¡Utilízame! Te sorprenderás

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¡Utilízame! Te sorprenderás

No pretendo ser una conciencia moralista y ética que va enseñándote un camino, una manera de ser o de comportarte socialmente, un alto en el camino que cuestiona tus decisiones o tus omisiones. Nada podrá hacer cambiar tu comportamiento por obligación o por mandato.

De lo que sí estoy seguro, es que abrir la mente, ponerse en la situación del otro, sentir la necesidad como algo imperativo, tomar conciencia, es la diferencia entre la obligación y la magia. La primera se agota en el tiempo, la segunda crece día a día y se fortalece como lo hace la aurora y la nostalgia de la noche.

Existe un sitio privilegiado desde el cual la simple observación de las personas que pasan a nuestro alrededor, de por sí, nos permite llevar a cabo un análisis estadístico del comportamiento humano, con relación a la alimentación. Ese lugar es la banca de un parque. Cuántas personas de manera desprevenida pasan por el frente de nosotros y consumen: Helados, galletas, paquetes ultra procesados, colombinas, emparedados de carne, de pollo, vegetarianos, gaseosas, agua, etc. Un sinnúmero de alimentos, algunos que nutren y otros que contienen colorantes artificiales, saborizantes artificiales, grasas saturadas de mala calidad y un sin número de calorías vacías que en nada contribuyen a una buena salud.

Esos tronquitos de brócoli que nacen de los arbolitos jóvenes y que maduran en nuestras manos cuando separamos unos de los otros, son los que a veces casi sin darnos cuenta y de manera automática desechamos como algo inservible, quizás sean la base de una crema al despuntar la noche en medio del calor del hogar y cerca de la persona que amamos.

Aparece la piel de la cebolla larga fascinantemente blanca y la elegimos separándola de su valle verde del extremo opuesto porque lo consideramos demasiado fuerte o imperdonablemente amargo y con tono despectivo lo arrojamos al cesto de la basura como algo inútil y al que no se le puede perdonar su carácter marcadamente aromático. El, es quien se presenta y casi sin darnos cuenta define la sabrosura que suele tener quien marca su sabor en boca y se queda para siempre en nuestra memoria gustativa.

Y qué decir de las raíces del cilantro que al estar despeinadas y algunas absurdamente delgadas y sin curvas provocadoras pasan por nuestra mesa sin ser objeto de miradas tentadoras, como si no fueran las que traen la sabrosura en su interior y nos hacen explotar de júbilo al degustar su aroma de recuerdo y su frenética calidez. Pero es tarde, ya las hemos tirado a la basura.

Qué pensar del aroma de la piel de la cáscara de la naranja, ella sonrosada, vital, curiosamente perfumada, ha sido abandonada por servir de empaque natural a la prestigiosa, honrada y jugosa naranja y ya a esta altura sin otro destino que al destierro y al olvido de quienes sólo la ven como una envoltura superficial, sin saber que, si se toma y se prepara una aromática, las vías respiratorias se beneficiarán sustancialmente.

Se hace urgente el llamado a aprovechar todas las partes de los alimentos, aunque el costo sea de mayor creatividad en la selección, preparación y combinación de los alimentos.

Detengámonos por un instante y reflexionemos acerca de la cocina de aprovechamiento, que no es otra cosa que utilizar hasta donde sea posible, todas y cada una de las partes de los alimentos para nutrirnos mejor y más sanamente.

Te invito a detenerte cada vez que vayas a votar una parte de un alimento y reflexiones acerca de su utilización.

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